El fotógrafo Juan Rulfo en el Museo Amparo de Puebla

Juan Rulfo - "Musicos en Tlahuitoltepec", 1956

Poco es conocida la obra visual de Rulfo, los caminos construidos por su fama en la literatura opacan lo bien logrado de su narrativa visual. Las fotografías que documentan la vida rural del México de mediados del siglo XX constituyen un ejercicio de mérito propio. Imágenes que van desde los costumbrismos idílicamente figurados, hasta abstracciones de formas tomadas del paisaje de la vida en los llanos y pueblos visitados. En él se vislumbra el hábito de mirar.

Es inevitable la vinculación de su trabajo fotográfico con los ambientes descritos en su obra literaria. Sus fotos podrían ser las ilustraciones figuradas de sus novelas. Las tomas envuelven al espectador de una tenue soledad, este aspecto es visible en su foto de una mujer mayor sentada a la puerta de una casa de pueblo, casa que luce al interior vacía, pero que a sugerencia de la luz, existe una presencia casi fantasma del nieto que ha dejado su camión de juguete dispuesto ante la escoba que espera el momento de actuar. Con ese mismo fundamento: el de sombrías soledades, surgen la casa abandonada donde la luz y el polvo transforman el olvido en epitafio inigualable. Y de allí, del abandono mismo se preña la abstracción, el muro de adobe serpentinea cual culebra sobre la tierra dejando su geometría a cuestas. Tan temible es su aprensión, que entre el juego de formas, confundimos los instrumentos musicales con chispazos visuales que ahondan la pregunta de la curiosidad, ¿a qué temeridad los músicos han atendido que en su prisa simplemente han huido?, se han ido sin pesar, sin atavíos.

Pero de la exposición probablemente nos quedará la imagen “Judas para el sábado de Gloria” tomada en la Ciudad de México en 1950: en ella un ejército de papel y cohete yace en el trasfondo en espera de la quema que les liquidará, mientras tanto una mujer mayor atraviesa indiferente ante las moles de mascara imponentes; asimismo dos hombres permanecen sentados en espera del espectáculo, uno de ellos arrojando despreocupación y elegancia en su cruce de piernas y manos, el sombrero le cubre ligeramente inclinado al estilo del mariachi galante. Su compañero en cambio se alejado de ese tono y luce menos estilizado. Un contraste de tamaños y personajes.

Y nos quedará también el Juan Rulfo que desde el nevado de Toluca se fuma la inmensidad y el aire frío de la inmortalidad.

Y es así, que con la idea de celebrar los cien años del nacimiento del creador de Pedro Páramo, y con la noción de expandir el conocimiento de una de las facetas poco conocidas de Rulfo el Museo Amparo de Puebla – México, presentará hasta el 17 de julio un grupo de imágenes que buscan poner énfasis en los registros fotográficos realizados por el escritor en su relación no solo en su concepción de la vida rural sino también en su relación con el cine, la arquitectura y la danza. La exposición podría revivir el interés en el trabajo que desde todos los ámbitos pudo haber realizado el influyente escritor.