"Lunar Voyage", Tom Hammick en el 2018 Aldeburgh Festival, UK

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Tom Hammick - "Terrestrial", 2017 - woodcut

Hace tiempo que dejamos de alzar la mirada al cielo, nuestra aspiración se volvió terrenal y dejamos de ocuparnos del espacio. Hasta la segunda mitad del siglo XX la exploración de lo que estaba más allá de las posibilidades tecnológicas entablo una carrera de posicionamiento de poder ante el mundo de la posguerra. Dos geografías enfrentadas por la ideología encabezaron los esfuerzos de exploración de la órbita terrestre, y su subsecuente vagabundeo errático por arribar y tomar simbólica posesión lunar.

La misma intención de trascendencia llevó a los cineastas a reflejar en los casos más destacados una visión existencial del acto de explorar aquello que atemoriza por su belleza desconocida. Aquí se cuenta la magra aventura de aquellos astronautas, que en la experiencia en solitario, son enviados al arbitrio de las necesidades por elevar los límites del conocimiento, en ellos la tecnología es un acompañamiento artificial del carácter de los viajeros terráqueos, y se establece como un predecesor de nuestros actuales desarrollos de inteligencia artificial.

De esta forma, vimos aparecer en 1968 una de las cintas inmortales de la cinematografía: “2001: Una Odisea del Espacio”, del hoy famoso director Stanley Kubrick, en esta travesía por descifrar el origen de un artefacto gravitando al costado de la esfera lunar, una misión espacial es encargada de indagar el hecho, travesía acompañada de la inquietante presencia de la supercomputadora HAL 9000. Una aventura de aislamiento y belleza estética que desencadena los temores existenciales de aquellos viajeros de lo sideral.

Tom Hammick, retoma la idea abandonada por la mayoría de las habitantes de este planeta y crea una serie de grabados, impresiones en madera que con su característico estilo de apartado de los personajes rinde las pautas visuales. En “Lunar Voyage”, sus expresiones plásticas asoman los sentimentalismos de la poesía de lo lunar: hay un ámbito de la nostalgia en la serie que va muy bien con los modos que el artista británico siempre ha utilizado en su trabajo. El color baila al son del silencio con gritos de espeluznante soledad.

En “Terrestrial” del 2017, Hammick toma una postal de un grupo de personas que pasean por el bosque, entre mujeres jóvenes y niños, la sobriedad de la noche se hace presente, los verdes del pasto se oscurecen ante troncos carentes de hojas; al fondo, vigilante, la luna ilumina los senderos de los nocturnos caminantes. Hay una apreciación dicotómica del astro, es ilusión y perplejidad, acompañante e inspiración, pero se presenta como ente ajeno, inalcanzable, es adorno y metáfora, pero nunca un anhelo de exploración. La exploración da más para el interior que para los magníficos cielos de ciencia decantada.

La serie se mostrará en el marco cultural del Aldeburgh Festival 2018 del Reino Unido, 17 obras forman parte de la exhibición y estarán visitables hasta el 24 de junio 2018 en la Peter Pears Gallery, Aldeburgh. La muestra es una idílica insinuación a la aventura de la imaginación que se ha apaciguado, a revivirla y establecer nuestra necesidad de entablar conversación con los ambientes que habitamos, ya sea apostar por un sueño de intención interestelar, o un compromiso aún mayor con nosotros mismos, dándole paso a la sabiduría de la introspección.